El mar se desplaza tranquilamente acariciando las costas con su espuma blanca; el cielo con un intenso azul se refleja en las cristalinas aguas; la tranquilidad parece haber erigido su morada en este lugar; sensaciones indescriptibles que invaden sin pedir permiso son la primera impresión del visitante de
Marisol.
Extensas y anchas
playas, con arenas blancas que al alejarse de la costa se combinan con algún toque de verde, invitan a disfrutar del sol y las actividades al
aire libre. Las
caminatas son ideales para recorrerlas durante la mañana aprovechando la extrema serenidad que las envuelve; las
cabalgatas permiten descubrir rincones y postales más alejadas.
Sus 47 kilómetros de costa se encuentran casi sin modificar permitiendo apreciar la flora y fauna autóctona en un emocionante
safari fotográfico. Los médanos se suceden formando un cordón que invita a una travesía en
cuatriciclo, motos o
4x4 desafinado el terreno. Para quienes busquen más adrenalina y aventura la práctica del
windsurf, esquí, kayacs y
Surf se suman en las aguas del mar y el río Quequén Salado.