La
historia de esta región costera de Buenos Aires comenzaría por el año 1835, momento en que Don Félix de Álzaga recibe estos terrenos de Juan Manuel de Rosas, por haber sido
jefe del Regimiento “El Restaurador”. A su muerte,
su heredero, Martín de Álzaga, se casa con Felicitas Guerrero, una hermosa joven. Pero tras la muerte de Álzaga, heredada la grandiosa fortuna por Felicitas, un crimen pasional se llevaría la vida de la joven, quedando todo en manos de sus padres.
Carlos Guerrero y Felicitas González Cueto de Guerrero administrarían las extensas propiedades hasta que la muerte de ambos dejaría la herencia distribuida entre sus siete hijos.
Pasarían los años hasta que, desde la lejana Bélgica,
llegarían a estas costas Fernando Robette y Agustín Poli, decididos a crear un balneario atlántico y apoyados por inversores de su país. En Europa los balnearios de mar ya estaban en pleno auge, y éstos encuentran en la costa perteneciente a las tierras de Manuel Guerrero un paisaje semejante al de las dunas de Flandes, un balneario del norte europeo conocido bajo el
nombre de Ostende. Nace así, en la costa sudamericana, un nuevo Ostende, fundado por los dos belgas y un francés, José Bourel, llegado en el mismo barco que ellos. No obstante
la Primer Guerra Mundial obstaculizaría el magnífico inicio conseguido por estos pioneros, dejando solos en el
proyecto a Bourel y al arquitecto francés Huguier, recientemente afianzado al sueño, quien hará resurgir las esperanzas turísticas de Ostende con la construcción de una especie de country adelantado para su época,
el Atlantic City Club.
En 1930, la revolución que derroca al presidente Irigoyen aplastaría nuevamente el proyecto Ostende. Sin embargo, de este sueño truncado
surgiría la planificación de Pinamar. Un nuevo emprendimiento, con nuevos protagonistas: Valeria Guerrero Cárdenas, quien solicita la forestación de sus campos situados sobre la costa; y el arquitecto Jorge Bunge, contratado por ésta como encargado de la tarea. La forestación comenzaría en 1941 con fijación de médanos, y en 1942 la sociedad entre
Guerrero y Bunge se formalizaría incorporando profesionales e industriales. Ese mismo año se llevaría adelante la construcción de un prestigioso hotel y varias casas particulares de veraneo que darían vida a la región. En pleno desarrollo, en febrero de 1943 quedaría inaugurada Pinamar como localidad balnearia y turística.
Valeria Guerrero, hecha a un lado del glorioso proyecto, decide crear un balneario propio en los campos del litoral atlántico que aún le quedaban. Así, entre 1946 y 1947 inicia la forestación y loteo de lo que más tarde se convertiría en la localidad de
Valeria del Mar.